Vol. 15 Núm. 27 (2025): SPECIAL ISSUE | Intersecciones entre discapacidad y género en América Latina: Parentalidades, familias, redes y cuidados al debate
En América Latina, la participación ciudadana, la accesibilidad, el empleo, la desinstitucionalización y la educación han sido demandas fundantes de la lucha por los derechos de las personas con discapacidad. Muchos de estos reclamos aún no se han saldado, pese a la firma y ratificación de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD) (ONU, 2006) por parte de todos los países de la región.
Hacia la segunda década del siglo XXI, se han revitalizado algunos debates y demandas históricas del colectivo por los derechos de las personas con discapacidad, a propósito del movimiento de mujeres que ha tenido un nuevo impulso en América Latina en la lucha contra los femicidios y la despenalización del aborto. Así, a la agenda de demandas de la sociedad civil se sumaron nuevos ejes de reivindicación en la intersección género/discapacidad como, por ejemplo: el rechazo de la esterilización forzada de las personas con discapacidad, su derecho a cuidar y ma/paternar, así como también el reclamo por sus derechos sexuales y no reproductivos. Aspectos pertenecientes al dominio del ámbito “privado” han adquirido mayor fuerza entre las mujeres con discapacidad.
Dentro de los Estudios Críticos de la Discapacidad (Critical Disability Studies), ya en la década del 90, en el hemisferio anglosajón, Jenny Morris, Lois Keith y Liz Crow entre otras, señalaban la necesidad de incorporar la experiencia de las mujeres con discapacidad a la lucha de los derechos de este colectivo. De allí emergieron importantes contribuciones ligadas a la necesidad de ofrecer un espacio para la expresión de emociones y sentires físicos estigmatizados y asociados a la “debilidad” de las personas, como modo de recuperar la experiencia invisibilizada y, de ese modo, dotarla de un nuevo sentido colectivo.
También problematizaron la doble marginación que sentían las mujeres con discapacidad respecto del colectivo de personas con discapacidad y de parte de los movimientos feministas. En el primero, no se priorizaron necesidades asociadas a su práctica concreta, como la crianza o los derechos sexuales y reproductivos. En los movimientos feministas, las mujeres con discapacidad eran vistas como meros objetos de cuidado que abultaban el trabajo en el hogar, limitando el libre desarrollo de las “verdaderas mujeres” y otros integrantes de las familias, como hijos e hijas.
En América Latina estos debates han tenido una especificidad ligada a una organización social familística donde se gestionan la mayor parte de situaciones de crisis, envejecimiento y discapacidad, con diversos grados de derechos reconocidos para las personas con discapacidad por parte de cada Estado. Esto deja la gestión de las barreras de acceso en discapacidad, en mayor o menor medida, en manos del mercado y de las familias. Por lo tanto, es central estudiar la organización familiar en situaciones de discapacidad, de las redes familiares particulares de esta región, atravesada por diferentes características en zonas rurales y urbanas, y por diferencias culturales ligadas a pueblos originarios. Todo ello vuelve asimismo relevante la incorporación de una mirada de interculturalidad que dé cuenta de las diversas formas de significar y responder ante distintas situaciones humanas. Aquí podemos preguntarnos: ¿Cómo es la experiencia de maternidad y paternidad de las personas con discapacidad? ¿Qué retos enfrentan las familias de niños y niñas con discapacidad? ¿Qué vínculos tienen con las instituciones estatales y el mercado? ¿Cuán atravesada se encuentra la vida cotidiana familiar por la ideología de la normalidad y qué experiencias pueden trascenderla?
Otra particularidad de los desarrollos teóricos y las demandas de los feminismos en América Latina son los que se dan en torno a los cuidados. Desde que se planteara al cuidado como un derecho en 2007, su discusión ha sido un espacio para la emergencia de prácticas invisibilizadas y demandas por el reconocimiento simbólico y material de esta actividad por parte de sectores subalternizados y feminizados. ¿Qué tensiones y diálogos se están dando en estos encuentros y desencuentros? Históricamente, los movimientos de personas con discapacidad han preferido las categorías de asistente personal o asistente para la vida independiente, para referirse a los apoyos que requieren. Las disociaciones entre quien cuida y quien es cuidado/a, como si una misma persona no pudiera encarnar ambas posiciones a la vez, han generado desentendimientos entre los campos de estudio del cuidado y de la discapacidad. Aquí nos preguntamos ¿Qué tipo de prácticas de cuidados realizan las personas con discapacidad? ¿Cómo influyen las categorías sexo-genéricas en las prácticas del cuidado de esta población? ¿Qué tipos de experiencias de acompañamiento en los cuidados que ejercen tienen?
Finalmente, una cantidad importante de mujeres con discapacidad sufren diferentes violencias como la merma a su autonomía desde una mirada patriarcal que infantiliza la discapacidad y las limita en sus derechos sexuales y (no) reproductivos. ¿Qué tipo de prácticas y dispositivos se dan en las experiencias de parto y nacimiento de personas con discapacidad? ¿Qué forma adquiere la violencia obstétrica y ginecológica en los casos de discapacidad?







