Núm. 17 (2022): Feminismos, espacios públicos y ámbitos culturales.
La sociedad contemporánea experimenta un proceso de profundas transformaciones en el marco de la crisis de un conjunto de fundamentos y principios que por siglos se presentaron como “valores culturales”, “virtudes morales y civilizatorias”. Tras un creciente proceso histórico de litigios y resistencias, aquellos se revelan finalmente como formas opresoras y represivas, dando lugar a prácticas políticas de organización y luchas de múltiples movimientos de oprimidas y oprimidos que construyen y afirman proyectos emancipatorios. Las luchas feministas claramente se inscriben en dicho proceso y han constituido una de las energías críticas y liberadoras de mayor potencia en las últimas décadas.
Sin duda, los feminismos y las distintas formulaciones de la perspectiva crítica de género han tenido una presencia creciente tanto en las transformaciones como en la disputa por el espacio público †•en el que se inserta también el debate académico y el trabajo intelectual†•. Lo anterior ha permitido una concurrencia interesante de cuestiones teóricas en articulación con prácticas y movimientos sociales que, sin dejar de ser diversos en sus impugnaciones y propuestas, tienen como efecto de conjunto una puesta en cuestión de los modos de estructurar lo común y lo público. En definitiva, feminismo y género son vocablos que han obligado a redefinir la esencia misma de la democracia y la conformación de lo político, apuntando agudamente al orden hegemónico de la cultura patriarcal. El abanico de cuestiones abiertas, en cruce con una serie de litigios como los de clase, raza, identidad, edad, provoca rebotes de cuestionamientos que parecen emerger a cada momento en la diversidad del cotidiano social. Así, distintos escenarios y prácticas, como diferentes quehaceres que por inercia hasta ahora habían sido ininterrogados, han tenido que ser re-pensados y re-organizados en función de lo que los feminismos y la teoría crítica de género han puesto sobre la mesa.